Editorial: Siempre fue así

Como para que no se olviden de los saludos y regalos vamos a volver a repetir que en unos días este pasquín, diarito o como quieran llamarlo, va a cumplir 24 años, de noticias que parecen repetidas o calcadas, no porque lo hayan sido si no porque demasiadas cosas siguen igual, sí, después de casi 24 años.

Esto justifica que por tercera vez, volvamos a contar la historia de los monos, basada en los experimentos de GR Stephenson, que se encuentra en “adquisición cultural de una determinada respuesta aprendida entre los monos rhesus”, así como ciertos experimentos con chimpancés realizados por Wolfgang Köhler, en la década de 1920.

“En cierta ocasión se llevó a cabo un experimento de comportamiento. Se colocaron 6 monos en una jaula, en el centro de la cual se encontraba una escalera que permitía alcanzar un racimo de bananas que colgaba del techo. En cuanto uno de los monos intentaba alcanzar las bananas, se los mojaba a todos con agua helada lo cual hacía que desistiera de su intento. Este proceso se repitió tantas veces cómo intentos por alcanzar las bananas realizaron los monos. Finalmente, cuando alguno de los monos intentaba alcanzar las bananas, eran sus propios compañeros los que le impedían acercarse a la escalera a base de golpes hasta que el mono desistía de su intento….
Llegados a este punto, se saca uno de los monos de la jaula y se introduce otro que evidentemente no había participado previamente en el experimento. Al poco de entrar en la jaula, el mono intenta subirse a la escalera para tomar las bananas, pero en cuanto se acerca a la escalera, sus compañeros le agreden a golpes ante la posibilidad de una ducha helada. El nuevo mono no entiende nada, pero tras varios intentos se da cuenta de que no se puede acercar a las bananas a menos que desee ser golpeado.
En este momento, se saca de la jaula otro de los monos que empezaron el experimento y se introduce uno que tampoco tiene ningún conocimiento del funcionamiento del mismo. Igual que en el caso anterior, el mono intenta agarrar las bananas y cada vez que lo intenta, todos sus compañeros de jaula se abalanzan sobre él para impedírselo. La nota curiosa es que el mono que introdujimos a mitad del experimento y que no tiene la experiencia de haber sido mojado con agua helada también participa en la agresión, aunque sin saber por qué. Para él, simplemente, no está permitido acercarse a la escalera.
Poco a poco se van sustituyendo todos los monos que comenzaron el experimento por otros que no han experimentado en ningún momento el hecho de haber sido mojados con agua helada.
Cuando se sustituye el último mono de la jaula, el comportamiento de los simios continúa igual, a poco que el nuevo mono intenta acercarse a la escalera es golpeado por sus compañeros, aunque llegados a este momento, nadie sabe por qué ya que ninguno de ellos ha sido mojado con agua helada.”
Se ha establecido una regla: “Está prohibido subir por la escalera y quien lo intente se expone a una represión por parte del resto del grupo”. Y si les preguntaran a los monos ¿por qué no suben por las bananas? Dirían porque siempre fue así.

De esta manera nos comportamos con infinidad de cosas, sólo que no somos monos y tendríamos la posibilidad de indagar, cuestionar, preguntar, porqué no podemos cambiar lo establecido para mejorar.
Nos ofrecen renovar un centro comercial, urbanizarlo, mejorarlo, pero como está establecido que a 90 grados estacionan más clientes, dejamos que los usos y las costumbres le ganen a la seguridad, el bienestar y la estética.
Nos dicen que ser un nuevo municipio y separarnos de General Pueyrredón traería progreso, obras, más salud y educación, mejores servicios y mejor calidad de vida y nos aferramos al abandono, la falta de obras y el uso y la costumbre de mendigar por un poco o un montón de granza.

Nos acostumbraron a ser el patio trasero de una “ciudad feliz” y ni siquiera nos preguntamos por qué tiene que seguir siendo así, por qué no podemos exigir pavimentos de verdad, cloacas de verdad, agua potable en nuestros barrios, un centro de educación física municipal, un hogar de ancianos, un hospital con maternidad y guardia de verdad, un banco de verdad, servicios de verdad…

Quiénes y cuántos fueron los que nos manguerearon durante años con agua helada, cuántos monos que nunca vivieron esos manguerazos se nos tiran encima y nos golpean para que no subamos la escalera.

Lo actual es solamente lo establecido, lo que nos permiten, es a lo que nos tienen acostumbrados, pero lo posible es mucho más de lo que tenemos, mucho más de lo que alcanzamos o lo que nos dan.
Solamente hay que atreverse a preguntar, a ver monitos ¿Por qué ustedes no suben la escalera? Y cuando no sepan contestar que es lo que los hace sostener el statu quo, hay que invitarlos a revelarse y así subir todos juntos la escalera, después de todo el que quiera bananas que se moje.