Columna de opinión: Guinness MGP

Por Libertad Magenta

Llegó nuevamente el tiempo de hablar de elecciones y este año General Pueyrredón nos presenta una oferta récord de 25 listas de precandidatos a concejales y consejeros escolares, sin contar las cuatro que por diferentes razones no fueron habilitadas por la junta electoral o se cayeron en el proceso, y esta vez no podemos decir que entre las 750 personas que figuran en esas 25 listas no hay algunos vecinos.

Lo que sí podemos analizar, y este es el único objetivo de esta columna, es lo que pasa en los municipios de la provincia que tienen un número de habitantes acorde a lo que debe ser realmente una comuna, menos de cincuenta o sesenta mil habitantes, municipios como Adolfo Alsina (17.072 Hab.), Adolfo Gonzales Chaves (12.047 Hab), Alberti (10.654 Hab.), Arrecifes (29.044 Hab.) o Ayacucho (20.337 Hab.), y podríamos seguir en orden alfabético con casi 100 de los 135 municipios bonaerenses que no superan esa población.

En esos municipios se presentan en la mayoría, entre 3 y 5 listas, y no con 30 precandidatos por lista, sino con la mitad e incluso menos. Muchos de ellos son futuros concejales que no van a cobrar sueldos, o serán sueldos o viáticos razonables. Concejales que van a tener sesiones por la noche, porque en el día trabajan y porque a las 10 de la mañana sus vecinos, que también trabajan y son sus asesores gratuitos no podrían participar. Concejales que conocen a sus vecinos, conocen sus necesidades, recorren las mismas calles, van a la misma Unidad Sanitaria, sus hijos van a las mismas escuelas y no haría falta decirles que acá hay un solo cajero y ningún banco.

El Concejo Deliberante de General Pueyrredón tiene 24 concejales, 262 empleados y un presupuesto de 400 millones, muchos más empleados que acá y casi cinco presupuestos más que nuestra delegación. A pesar de eso y de que nunca nos vamos a poder sentir representados por ellos, porque están tan lejos de nuestra realidad que asusta, vamos a tener que votarlos, pero eso no significa bajar los brazos, no significa dejar de pelear por una forma de representación genuina y el derecho de autodeterminación y autogobierno que como ciudadanos y bonaerenses nos merecemos.

A taparse la nariz, cerrar los ojos, meter el sobre en la urna y seguir reclamando hasta que nos escuchen y entiendan que lo que es bueno para ello, no lo es para nosotros.

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